22 abril 2006

Lucí­a el sol

Viernes 21 de abril. Alcalá de Henares. Paraninfo de la Universidad. Agazapada entre los focos de la primera planta, que apuntan hacia los Reyes, escudri?o el estremecimiento de Sergio Pitol en el momento en que lo nombran. Se pone de pie, impecable en su traje de gala, y se acerca para inclinarse y recibir su medalla de condecoración. Nuestro anciano ni?o estuvo sentado muy circunspecto en el sitio que le habí­an marcado tres dí­as antes, pero la emoción le afloraba por los cabellos, los ojos, asomaba entre sus grandes dientes.

Uno de los organizadores me da un codazo imperceptible. Miro hacia donde me dirigen sus ojos ladeados y veo el paquete de Malboro que asoma fugaz desde el bolsillo. "Adivina de quién es", me dice, y sonrí­o cómplice. Pero no me sorprendo: ya le habí­a advertido, semanas atrás, que le buscaran un sitio oculto donde pudiera echar una caladita entre reverencia y reverencia.

Finalizada la ceremonia, con las personalidades ocupadas en la sesión de fotos, la Vicerrectora nos confesarí­a que esas gafas de pasta oscura que lució en el Paraninfo y con las que leyó su discurso, fueron compradas en una farmacia, a último momento, después de que Sergio Pitol preguntara a los pocos que le acompa?aban en la espera, "?Queréis que os lea el discurso?" y descubriera, justo en ese mismo instante, que no era capaz de distinguir una letra en el papel.

AsíĂ­ que mientras el pueblo alcaí­no, tras las vallas, vitoreaba al Rey que pasaba revista a un regimiento en formación en la entrada principal de la Universidad; la Vicerrectora de Extensión Cultural (toga negra, birrete y pu?os azul celeste por la universidad de Filosofí­a y Letras), y el Premio Cervantes 2005 (traje de gala, de pingüino), salieron de esas guisas por una puerta lateral a la carrera hasta la farmacia más cercana a probar gafas. "?Qué suerte hemos tenido!, ?verdad?" cuenta que dijo un Pitol ilusionado mientras regresaban, también a la carrera, para avanzar desde dentro a la entrada principal y recibir a los Reyes justo en el momento en que hací­an su entrada a la Universidad.

Por la radio esa ma?ana dijeron que el Rey harí­a entrega del Premio Cervantes 2005 al mexicano DIEGO Pitol. LeíĂ­ en un periódico al dí­a siguiente que, de peque?o, Pitol permaneció cuatro a?os en cama por sufrir MALARIA. Algunos asistentes se aburrieron durante el discurso con el hablar pausado y los detalles literarios del premiado. Pero los organizadores, que llevan a?os entregando este premio, confiesan que es el Cervantes más emocionado que ha pisado nunca esa Universidad.

1 comentario:

Efervescente dijo...

Vi toda la ceremonia por televisión. Te busqué entre los asistentes. Solo distinguí a Garcia de la Concha, a Juan Villoro y a mi amigo Yago que no se pierde una. Me gustó el discurso aunque hubo momentos que temía que la voz de Pitol se quebrara del todo. Pero bueno... hizo bien en leer. Me gusto también lo que leyó la ministra Calvo. El martes hablamos.