30 abril 2006

Lista de libros para lectura

Lista de libros para su lectura en el taller de novela 2006 (Alfonso Fernández Burgos)

Esta es la lista de libros recomendados en el Taller de Fdez. Burgos. Son cortos, podemos aprovechar la recomendación y leerlos en nuestro taller. Algunos ya los hemos leí­do, pero los pongo para tener la lista completa.


1. Sin destino (Imre Kertész) Ed. El Acantilado
2. Las mentiras de la noche (Gesualdo Bufalino) Ed. Anagrama
3. El guardián entre el centeno (J.D. Salinger) Ed. Edhasa
4. La metamorfosis (Franz Kafka)
5. Muerte a crédito (Louis Ferdinand CĂ©line) Lumen (reemplazable por "El viaje al fin de la noche")
6. Si esto es un hombre (Primo Levi) Ed El Aleph
7. Pregúntale al polvo (John Fante) Ed. Anagrama
8. El castillo de la carta cifrada (javier Tomeo) Ed. Anagrama
9. La vergüenza (Annie Ernaux) Ed. Tusquets
10. Molloy (Samuel Beckett) Ed. Lumen (O "Esperando a Godot")
11. Los que lloran solos (Magdalena Tirado) Ed. Gens
12. Tren nocturno (MartĂ­n Amis) Ed. Anagrama
13. Sangre a borbotones (Rafael Reig) Ed. Lengua de trapo
14. El adversario (Emmanuel Carrére) Ed. Anagrama
15. Amberes (Roberto Bolaño) Ed. Anagrama
16. Falconer (John Cheever) Ed. Emecé
17. Salón de belleza (mario Bellatin) Ed. Tusquets
18. Intimidad (Hanif Kureishi) Ed. Anagrama
19. Primavera sombrí­a (Unica Zurn) Ed. Siruela
20. Cosmos (Wiltod Gombrowich) Ed. Seis Barral
21. El extranjero (Albert Camus) Ed. Alianza
22. El vizconde demediado (Italo Calvino) Ed. Alianza
23. La colmena (Camilo José Cela)
24. El se?or Sommer (Patrick Suskind) Ed. Seix Barral
25. Crónica de una muerte anunciada (G. Garcí­a Márquez)
26. Retrato del artista adolescente (James Joyce) Ed. Alianza
27. Dibujos animados (Félix Romero) E. Anagrama
28. Caballeros de fortuna (Luis Landero) Ed. Tusquets
29. Incendios (Richard Ford) Ed. Anagrama
30. Seda (Alessandro Barico) Ed. Anagrama
31. La época del agua (Elena Belmonte) Ed. Caballo de Troya
32. Madame Bovary (Gustave Flaubert)
33. Apuntes del subsuelo (Fiodor Dostoievsky) Ed. Alianza
34. Algún amor que no mate (Dulce ChacĂłn)
35. El desierto de los tártaros (Dino Buzzati) ed. Gadir, de Manzano y Alianza, de Esther Bení­tez.

28 abril 2006

Pedro Páramo

El martes hablamos sobre Pedro Páramo. Joaquí­n hace una muy buena presentación.
Calor temprano en la placentera terracita de los Austrias, que anuncia un verano cada vez más caliente. Plácido escenario para hablar del infierno de Comala, mito de culpa y castigo, paraí­so perdido.
Un pueblo sometido es un pueblo muerto. Este es un pueblo muerto que habla y se libera a través de la palabra (monólogo interior y diálogo). Esa palabra configura a los personajes. No hay descripciones físicas porque representan arquetipos.
Siglos de represión han llevado al campesino mexicano al silencio y a la apatí­a. Los personajes son parcos. El lenguaje es simple, salvo las voces poéticas de Pedro Páramo, Juan Preciado y Susana San Juan, que curiosamente tienen nombre y apellido.
Pedro Páramo es un sí­mbolo. Representa el poder absoluto, violento y manipulador, due?o de las tierras y las personas, con la complicidad de la iglesia y la ley. Finalmente, destrucción total. La visión es fatalista. Imposibilidad de controlar el destino y de alcanzar el amor. No hay esperanzas de redención pues la vida y la muerte son una misma. Para dar esa idea, Rulfo recurre a la yuxtaposición de planos temporales.
Se habla de la existencia de Dios. Tenemos diferentes posturas.
En Comala, el paisaje es desolador, inquietante y poético. Las fuerzas de la naturaleza y los animales sirven para reforzar sentimientos o anunciar hechos. Así­, por ejemplo, Abundio y los burros, los cuervos que pasan después de decir que era hijo de Pedro, el pájaro burlón y la muerte de Miguel, el toro y Pedro. Curiosamente, en los 3 últimos libros que hemos leí­do aparece un caballo y su estrecha relaciółn con alguno de los personajes. El ruido del agua es recurrente y marca situaciones.
Un libro extraordinario.

23 abril 2006

EDUVIGES:

- ?Has oí­do alguna vez el quejido de un muerto?- me preguntó a mi.
- No, do?a Eduviges.
- Mas te vale.

?Que viene Lobo!

Me lo dijeron tres dí­as antes. El jueves al atardecer, antes de que llegue la noche de los libros hablaría Antonio Lobo Antunes. Más que curiosidad, tení­a gran interés por escucharle. En el salón de actos de la conserjerí­a de Cultura (Alcalá 31) caben 150 personas, asistimos 500. Yo llegué de los primeros y cogí­ asiento. Otros 100 escucharon a Lobo de pie. 250 se quedaron en la calle.
Quedé fascinado. ?Como se puede hablar de literatura de forma tan "responsable" sin dejar de producir sonrisas? No intentaré resumir lo que dijo. Imposible. Si viene al caso, ya comentaremos. Dió nombres: el primero Quevedo, su maestro. Luego, Tolstoi, Conrad, algo de Chejov, y poco más. Curiosamente desde hace mucho tiempo ningun libro nuevo le llama la atención. Acaso sólo uno en los últimos 20 a?os: ALONDRA, de Kosztolanyi (Editorial B.). Salí­ de la reunión flotando. Luego comenzó la noche en FNAC. Cantaba Amancio Prada. Mucha gente, empujones. Me llama Sara. No podí­a escapar porque habí­amos quedado con unos amigos. Amancio Prada me gusta, pero hay que escucharle tranquilo. No así­ como estábamos, apretados y ruidosos. (Atendiendo a los amigos por teléfono). Antes de llegar a la tercera canción, me largué. Opté por subir a la cuarta planta y comprar Alondra. Habí­a dos ejemplares y se agotaron. Más de veinte personas que salí­an de escuchar a Lobo Antunes, fueron directamente a su caza. Lo busqué el sábado en El Escorial pero me dicen que no es facil encontrarlo. Ya se sabe como son las alondras. Al menos se que la puedo cazar en alguna biblioteca. Curiosidad: al terminar su discurso, Lobo Antunes se vió sorprendido por una larga y atronadora ovación. Cuando cesaron los aplausos, con voz algo tí­mida concluyó: "Si llego a saber que les interesaba tanto mis palabras, hubiera continuado hablando al menos media hora más".

El Plano Oblicuo

Rosas y granizo mientras recorro librerí­as en busca de La cena, de Alfonso Reyes. El maestro Sergio Pitol recibe el Premio Cervantes 2005 con un discurso trémulo y seductor, emociona y ense?a, el objetivo fundamental de la escritura era descubrir o intuir el "genio de la lengua", la posibilidad de modularla a discreción , de convertir en nueva una palabra mil veces repetida con solo acomodarla en la posición adecuada en una frase. Lo releeremos varias veces. Todavía subrayo los apuntes de Pitol, duende de sutilezas y recovecos. En La Noche de los Libros bebo cava y escucho violines de Bach con mis amigas de la librerí­a Diálogo, Serrano 108, mientras, ta?en las campanas de los Jesuitas. Joaquí­n Pérez Minguez ha estado con Lobo Antunes y ahora atraviesa la FNAC, "esto esta llení­simo", se queja. Llamo a alguien muy querido, para que me proporcione jerga carcelaria para las escritoras del Taller y me dicen que agoniza en La Paz. Abandono los libros, cruzo controles ense?o credenciales del pasado movilizo a familiares y amigos hasta que por fin estoy al borde de la cama tiene que marcharse y yo besándole la frente entre catéteres y sondas tiene que marcharse todos estamos aquí­ lo peor se ha superado tiene que marcharse la alarma del monitor salta, ahora si me voy. San Jorge: comeremos dulces en las nubes grises que marchitan los pensamientos azules y violetas. Jorge, con voz tí­mida, me lee el soliloquio de Macbeth, su acento es perfecto, por favor, qué pesada te pones, it is a tale / Told by an idiot, full of sound and fury/ Signifying nothing. Ma?ana, en El Mono Rojo, continuaremos con El ruido y la furia, de William Faulkner. Felicidades a Jorge Gorostiza y Jorge Benavides. El martes, Joaquí­n Pérez Minguez, nos hablará de Pedro Paramo, de Juan Rulfo.

tiene que marcharse





22 abril 2006

EL MAGO DE VIENA

Pág. 241

13 de mayo

Comencé a reflexionar sobre el cuento, sí­, el cuento como género. Un autor de cuentos se emplea desde el primer párrafo a adelgazar una o varias anécdotas; después, trata de mantener un lenguaje eficaz, con frecuencia elí­ptico. En el subsuelo de la escritura serpentea imperceptiblemente otra corriente: una escritura oblicua, un imán. Es el misterio; de esa corriente depende que el cuento sea un triunfo o un desastre. El final de un relato podrá ser abierto o cerrado.

La mayor aportación de Chéjov a la literatura es su libertad, clausura una época e inicia otra; sus cuentos y sus obras de teatro ignoran la retórica de su tiempo. Nadie, o muy pocos estaban acostumbrados a los inicios y finales de sus obras; al comenzar alguno de sus relatos los lectores suponí­an que el tipógrafo habí­a olvidado las primeras páginas porque encontraban la acción ya bastante adelantada, y el final podrí­a ser peor, se perdí­a en brumas, o no concluí­a o si lo hací­a era de una manera errónea. Los crí­ticos consideraban que aquel joven era incapaz de dominar las mínimas reglas de su profesión y pronosticaban que jamás lo lograrí­a; esos pobres diablos no habían intuido que ya Chéjov era el mejor escritor de Rusia. A los cuarenta y cuatro a?os, cuando murió, era un clásico. Chéjov ejerció, y hasta ahora lo logra, una notable influencia en todas las grandes literaturas, en especial la anglosajona; James Joyce, Virginia Wolf, Catherine Mansfield, Sherwood Anderson, William Faulkner, Tennessee Williams, Truman Capote. Raymond Carver en nuestro tiempo captó con inteligencia y emoción el universo de Chéjov y sus procedimientos estilísticos. Su último cuento "Un ramo de rosas amarillas" narra las últimas horas del ruso. Gustavo Londo?o siempre insistí­a en que Borges era un heredero directo de Chéjov. A mí­ no me lo parece. Borges inventó una literatura propia, transformó nuestro idioma apoyado en los modelos clásicos, casi todos ingleses. Leyó el Quijote en inglés, como a Homero, y a muchos clásicos más. El cierre de sus mejores cuentos es absoluto. La mayor parte de sus tramas están elaboradas para producir un final alucinante. Piénsese en los de "Hombre de la esquina rosada"
, "El jardí­n de los senderos que se bifurcan", "Emma Zunz", "La muerte y la brújula" o uno, el más maravilloso entre los maravillosos: "La casa de Asterión".

EL ARTE DE LA FUGA.

Uno, me aventuro, es los libros que ha leí­do, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su ni?ez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas. Uno está conformado por tiempos, aficiones y credos diferentes.

EL MAGO DE VIENA

EL LENGUAJE LO ES TODO. ?Qué haza?a de Napoleón podrí­a compararse en esplendor o en permanencia con Guerra y Paz, los Episodios Nacionales, La cartuja de Parma o Los desastres de la guerra, obras que paradójicamente surgieron de la existencia misma de aquel impulso épico? Para un escritor el lenguaje lo es todo. Aun la forma, la estructura, todos los componentes de un relato, trama, personajes, tonos, gestualidad, revelación o profecí­a, son producto del lenguaje. Será siempre el lenguaje quien anuncie los caminos a seguir. Robert Graves decí­a que la obligación primordial del escritor consiste en trabajar, sin concederse tregua, en , desde, con y sobre la palabra.

EL MAGO DE VIENA

Alea jacta est: así­ pasan las cosas. Uno no advierte el proceso que lo conduce a la vejez. Y un día, de repente, descubre con estupor que el salto ya está dado. Mido el futuro por décadas y el resultado es escalofriante: si bien me va, me quedan aún dos. Vuelvo la mirada hacia atrás y percibo el cuerpo de mi obra. Para bien o para mal, está integrada. Reconozco su unidad y sus transformaciones. Me desasosiega saber que no ha llegado al final. Temo que en el futuro pueda, sin darme cuenta, volverme complaciente con ella, cegarme al grado de disimular con "efectos" sus blanduras, sus torpezas, del mismo modo que lo hago ante el espejo del ba?o cuando trato de disimular con mis muecas las arrugas.

Lucí­a el sol

Viernes 21 de abril. Alcalá de Henares. Paraninfo de la Universidad. Agazapada entre los focos de la primera planta, que apuntan hacia los Reyes, escudri?o el estremecimiento de Sergio Pitol en el momento en que lo nombran. Se pone de pie, impecable en su traje de gala, y se acerca para inclinarse y recibir su medalla de condecoración. Nuestro anciano ni?o estuvo sentado muy circunspecto en el sitio que le habí­an marcado tres dí­as antes, pero la emoción le afloraba por los cabellos, los ojos, asomaba entre sus grandes dientes.

Uno de los organizadores me da un codazo imperceptible. Miro hacia donde me dirigen sus ojos ladeados y veo el paquete de Malboro que asoma fugaz desde el bolsillo. "Adivina de quién es", me dice, y sonrí­o cómplice. Pero no me sorprendo: ya le habí­a advertido, semanas atrás, que le buscaran un sitio oculto donde pudiera echar una caladita entre reverencia y reverencia.

Finalizada la ceremonia, con las personalidades ocupadas en la sesión de fotos, la Vicerrectora nos confesarí­a que esas gafas de pasta oscura que lució en el Paraninfo y con las que leyó su discurso, fueron compradas en una farmacia, a último momento, después de que Sergio Pitol preguntara a los pocos que le acompa?aban en la espera, "?Queréis que os lea el discurso?" y descubriera, justo en ese mismo instante, que no era capaz de distinguir una letra en el papel.

AsíĂ­ que mientras el pueblo alcaí­no, tras las vallas, vitoreaba al Rey que pasaba revista a un regimiento en formación en la entrada principal de la Universidad; la Vicerrectora de Extensión Cultural (toga negra, birrete y pu?os azul celeste por la universidad de Filosofí­a y Letras), y el Premio Cervantes 2005 (traje de gala, de pingüino), salieron de esas guisas por una puerta lateral a la carrera hasta la farmacia más cercana a probar gafas. "?Qué suerte hemos tenido!, ?verdad?" cuenta que dijo un Pitol ilusionado mientras regresaban, también a la carrera, para avanzar desde dentro a la entrada principal y recibir a los Reyes justo en el momento en que hací­an su entrada a la Universidad.

Por la radio esa ma?ana dijeron que el Rey harí­a entrega del Premio Cervantes 2005 al mexicano DIEGO Pitol. LeíĂ­ en un periódico al dí­a siguiente que, de peque?o, Pitol permaneció cuatro a?os en cama por sufrir MALARIA. Algunos asistentes se aburrieron durante el discurso con el hablar pausado y los detalles literarios del premiado. Pero los organizadores, que llevan a?os entregando este premio, confiesan que es el Cervantes más emocionado que ha pisado nunca esa Universidad.

17 abril 2006

De Pedro Páramo

Vivimos en una tierra en que todo se da, gracias a la Providencia; pero todo se da con acidez. Estamos condenados a eso.

En el tren de alta velocidad japonés

Conocí­ a Kawabata viajando en el tren de alta velocidad japonés. Era un hombre muy delgado y vestí­a de forma un tanto desali?ada. Sus ojos oblicuos le asemejaban a cualquier otro oriental, lo que, al principio, me dificultaba su identificación, pues yo acababa de llegar a Japón y, por entonces todos los nativos de aquel paí­s me parecí­an iguales. Pero Yasunari tení­a cosas que le diferenciaban de los demás. Aparte de su delgadez y su forma de vestir, se distinguí­a por su conversación. No tengo ni qué decir que yo no entendí­a nada de cuanto decí­a: por entonces yo no hablaba japonés; me refiero más bien a que Yasunari no tení­a un término medio en su discurso. Permanecía callado la mayor parte del tiempo, pero, cuando hablaba, no habí­a quien lo detuviera. Gesticulaba mucho y se se?alaba con frecuencia el sexo. Recuerdo que cuando pasamos cerca del Fujiyama trazó una se?al alrededor de su cuello con un gesto muy común, como si estuviera degollándose a si mismo o, como, más tarde lo supe, si estuviera realizando parte del viejo ritual del "hara kiri".
Por aquella época escribí­a "La casa de las bellas durmientes". A?os después, como todo el mundo sabe, murió de la forma más digna con la que acostumbran a morir los artistas japoneses: se suicidó.
Yo, por mi parte, me prometí­ aprender japonés para leer aquella novela en su versión original. No resultó sencillo el aprendizaje, pero al cabo de cinco a?os lo conseguí.
Ahora, como la pescadilla que se muerde la cola, que no es otra cosa que la visualización un tanto castiza de aquel mito tan profundo, llamado "del eterno retorno", que tan profusamnete explicó Mircea Eliade, la historia de las bellas durmientes regresa en una imagen, en la que lo caribe?o se impone a lo oriental: la "Memoria de mis putas tristes" de, otro premio Nobel de literatura, Gabriel Garcí­a Marquez. Conocí­ a Gabriel en Barranquilla, en otro tren, que traqueteaba en exceso, el de Santa Marta, y que nada tení­a que ver con la "bala" japonesa. Gabriel hablaba mi idioma. Junto a el, evoqué mi encuentro con Yasunari y la lectura en japonés de aquella, una de sus novela. Se la conté y el prometió escribir "algo" similar. Juré también dedicármela en cuanto tuviera el texto concluido. No lo hizo. Creo que Gabriel, deberí­a buscar un final digno a su ya muy dilatada vida tan sobrecargada de textos magistrales, buscando un suicidio tropical, más adecuado a las características de su mundo. Arrojarse tal vez a las aguas que en su dí­a arrasaron Macondo, a sus cauces no demasiado violentos pero, hoy en dí­a, tan poblados de caimanes.

14 abril 2006

Yasunari Kawabata

Tarde de Viernes Santo, nubes con sonido a Nocturnos, merienda de pan y chocolate, la alergi­a no deja oler el very irresistible, y con estos pelos. Ayer, Joaquí­n ganó una mano de dominó mientras hablabamos de Respira, de Anne-Sophie Brasme. Los trinos de los pájaros traen lluvi­a y a Las bellas durmientes, de Kawabata.
Yasunari Kawabata (ĺ·ťç«Ż ĺş·ć��, Kawabata Yasunari) (11 de junio de 1899 - 16 de abril de 1972) fue el primer japonés ganador del premio Nobel de Literatura en 1968. Nació en Osaka. En 1920 ingresa a la Universidad de Tokio en la carrera de Literatura en Lengua Inglesa, y un a?o después cambia a la de Literatura del Japón. Mientras cursaba la universidad se publica el sexto "ShinjichĹŤ" (新思潮, literalmente, la nueva tendencia del pensamiento) donde publica algunos de sus trabajos, con lo que se abre el camino al mundo literario. En 1924 termina la universidad, y aparece el primer número de "Bungei-jidai" (文芸時代, Época del Arte Literario), una revista de un grupo de intelectuales al que pertenecí­a. Esta publicación reuní­a a nuevos y prometedores literatos que al escribir utilizaban un estilo (el "Shinkankaku-ha" 新感覚派, la nueva escuela de las sensaciones) donde la composición constaba en la aprehensiółn sensitiva de la relidad a la manera de los intelectuales.
Gana el Nobel de literatura en 1968, y da el discurso de nombre "Del hermoso Japón, su yo" (美ă�—ă�„日本ă�®ç§�, Utsukushii Nihon no watashi). Se suicida inhalando gas tres a?os después.
Maestro del también gran escritor Yukio Mishima. Sus libros más conocidos en Occidente son El paí­s de la nieve (雪国, Yukiguni), La casa de las bellas durmientes y El maestro de Go.
Otros libros:
"Diario de un muchacho y Su segundo matrimonio" "La bailarina de Izu" "Las Bailarinas" "El clamor de la monta?a" "Kyoto" "La casa de las bellas durmientes" "Mil Grullas" "Paí­s de Nieve" "Lo bello y lo triste" "Primera nieve en el monte fuji" "Historias en la palma de la mano" "El maestro de Go"
Recientemente se edito "Correspondencia 1945-1970", una recopilación de cartas que intercambiaron Kawabata y su discipulo Mishina durante 25 a?os.

12 abril 2006

De novelas...

Reveria brilla, el borde del planeta delimitado en una confusión luminosa producto de su atmósfera, sus mares, vastos y poco profundos, centellean, sus grandes continentes de coral sobresalen marrones, verdes y blancos entre deshilachadas nubes. El cielo sobre Telset, mi ciudad isla, es tan lí­mpido como el cristal del zoom de una cámara; antes de pasar la proyección he tenido cuidado de conectar con los satélites metereológicos. El efecto es hipnółtico y relajante; la cámara desciende rápidamente de arriba hacia abajo, pasando de una vista general de la ciudad a un distrito y luego a una simple calle, una persona, a mí­, y mi propia imagen se infla hasta llenar por completo la pantalla.

08 abril 2006

15. "Cosmos" Witold Gombrowicz. 1965

02 abril 2006

Domingo literario

Por si se os ha pasado. No dejéis de leerlo: Koetzze comenta a Garcí­a Márquez, en El Paí­s de hoy, domingo 2 de abril. Saca antecedentes, parecidos, escuelas, homenajes...

Casi estoy por proponer que nuestra próxima lectura en la tertulia sea "Memoria de mis putas tristes", que es la obra comentada por Koetzee, en tres páginas seguidas de El Paí­s.

Lo tenéis aquí­:

http://www.elpais.es/articulo/elpporcul/20060402elpepicul_1/Tes/cultura/bella/durmiente

Y, ya puestos, interesante pero con menos contenido literario, una entrevista a Vargas Llosa en EPS, el suplemento dominical de El Paí­s:

http://www.elpais.es/articulo/elpepspor/20060329elpepspor_6/Tes/portada/vida/pie/letra

01 abril 2006

Más patatas

Pura, experta en filosofí­a, nos habla del ser: En un puesto del ejercito; y del deber ser: Un puesto militar. El invitado, de cuyo nombre no me acuerdo, y, lo siento, porque es un ligue literario de Norma, Joaquín y Cangreja. Lo secuestraron en una conferencia sobre Cortázar, en La Casa de América. Caballeros andantes que desean salvar al mundo con la literatura. Sigo: el invitado mira con atención a Pura, y, ella, que la acción transcurre en un mes, comienza en octubre y finaliza en noviembre. La grasa se ha comido una frase. Tónica, patatas y qué alta está la música. Ahora, leo algo del número 12. La Biblia. Pues vaya. Los personajes están desarraigados, van de un cuartel a otro, son nómadas con uniforme. Todos los cuarteles son iguales, con casas y barracones simétricos. Aunque el interior de las casas de Eleonora y Alison, refleja dos mundos diferentes. Hablamos del Capitán Penderton -bisexual, impotente, cruel, cleptĂłmano-, y de Madame Alison, la mujer que se cortó los pezones con las tijeras de podar. Dos seres que no están conformes con su naturaleza. El aislamiento moral es intolerable. Los caballos las ramas del jardí­n los ojos el camino el banco el bufón las reglas morales. El Capitán Penderton, Alison y Anacleto, reprimidos, románticos, imaginativos. Morris y Leonora, sensuales, centrados,conformes con quienes son. Pura, gracias por tu magnifica presentación. A la carrera atravieso un grupo que sale del Real. Fila en el aparcamiento. Jorge, en veinte minutos. Y no os lo creeréis, pero es verdad, en la radio se escucha: "la grande, la sublime, la arrebatadora obertura Eleonora, de Beethoven, pasa para muchos crí­ticos por una composición exenta de melodí­a, aunque está llena de ella, aunque todo canta, todo llora melodiosamente en el allegro como en el andante, y los mismos jueces que la denigran aplauden y piden muy a menudo la repetición..."

Adla: la novela de PH es: El grito de la lechuza. El merodeador, ?recuerdas?
Norma: ?Bravo!, por tu concurso de microrelatos.
No encuentro la Poética, se la dejé a una escritora de El Mono Rojo...
El día 25, Joaquí­n Pérez Minguez presentará: Pedro Páramo, de Juan Rulfo

Servilletas de papel

Alas de grasa me traen el recuerdo de Ramales, huelen a patatas fritas tónica lápiz música. Cuatro, como los capí­tulos de Reflejos en un ojo dorado (Reflections in a golden eye), de Carson McCullers. El tí­tulo, me recuerda a las Navidades en casa de Mamá Sara, ?por qué se deforma la cara en las bolas doradas del árbol, mami? Y ella, con sus pastelitos de mazapán, te crees que lo se todo y no te acerques tanto que te vas a quedar bizca. Los Reflejos fueron oscurecidos con críticas devastadoras en 1941. A la sociedad americana no le gustaba verse distorsionada. Como echo de menos a mi abuelita de mazapán. En fin. Las servilletas huelen a Pura, que aparece con folios y belleza de nocturno de primavera. A Pura le gustan los toros -de eso hablaba su original novela- y el reflejo de los rayos en los trajes de luces en ese segundo que amortaja el albero. Pero esa, es otra historia. La novela de Carson McCullers, utiliza un narrador omnisciente con una lejaní­a retórica, nos dice Pura, y a?ade: omnisciente, porque emite juicios de valor, opiniones e ideas propias y adelanta acontecimientos. Pero es un omnisciente banalizado, sin peso. Joaquí­n y Adla disienten, en no recuerdo qué, y Norma y Cangreja callan. Leí­ la novela hace muchos a?os y pregunto, pero en mi alma sólo sigue vivo Anacleto. Pura nos dice, que la novela tiene la estructura de una tragedia clásica: presentación, nudo y desenlace. Existe un núcleo ponzo?oso que es necesario extirpar. Cuatro capí­tulos: I) Un puesto militar (conflictos); II) A la ma?ana siguiente y III) Alice Langdon ( se desarrollan los conflictos) ; IV) En un puesto del ejercito ( desenlace). Otra tónica y máˇs patatas, que agonizo de hambre y que bueno estaba aquel mazapán cubierto de chocolate y ni?a que bizqueas de tanto mirar en la bola dorada. Interrumpo a mi amiga y hablo de la estructura de las sinfoní­as y que en McCullers siempre está presente la música.

Partes de la tragedia griega

Aristóteles en su Poética se?ala que las partes de la tragedia se dividen en prólogo, episodio, éxodo, y la parte del coro que se divide a la vez en párodo y estásimo [1452b:15]. El prólogo, precede al páˇrodo del coro. Después viene cinco episodios entralazados por cada estásimo para concluir con el éxodo, intervención del coro que no es cantado. En cuanto estásimo, es un canto de coro sin anapesto ni troqueo.[1452b:30]

Poética

Aristóteles dedica a la tragedia gran parte de su Poética refiriéndose a ella como imitación de acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en un lenguaje que tiene ritmo, armoní­a y canto. Asimismo afirma que sus partes constan de pasajes en verso recitado o cantado y en ella actúan sobre escena los personajes, no mediante relato; su función es que por medio de la compasión (sympatí­a) y el temor se lleve a cabo la purgación o purificación (catarsis) de tales pasiones o afecciones. [1449B,24]. Tanto la tragedia como la comedia se llaman dramas porque imitan personas que la obran. [1449B,10].
También Aristóteles ofrece noticias del orí­gen del teatro (Poética 1449b, 10): nació de las improvisaciones de los que entonaban el ditirambo y a través del tiempo sufrió muchas transformaciones hasta que la tragedia se detuvo alcanzado su propia naturaleza [1449B,15].
La tragedia clásica debí­a cumplir tres condiciones: poseer personajes de elevada condición social (héroes, reyes, dioses), estar contada en un lenguaje elevado y digno y terminar tristemente, con la destrucción o locura de uno o varios personajes sacrificados por su hibris u orgullo al rebelarse contra las leyes del destino.
El helenista ilustrado espa?ol Pedro Estala afirmó en su Discurso sobre la tragedia que su origen estaba asociado al régimen democrático de la ciudad de Atenas y de ahí­ que la mayorí­a de los personajes de la tragedia fueran reyes y tiranos, cuyos defectos y soberbia eran castigados al final. Por ello cuando el régimen democrático de Atenas languideció la tragedia desapareció con él.
Los grandes trágicos griegos fueron Esquilo, Sófocles y Eurí­pides, entre muchos otros de menor importancia y trascendencia. La tragedia resurgió con fuerza durante el Renacimiento y el Barroco, destacando en el género los ingleses Christopher Marlowe, William Shakespeare y John Webster, el castellano Pedro CalderĂłn de la Barca y los franceses Pierre Corneille y Jean Racine.

Tragedia

Tragedia es una forma dramática cuyos personajes protagónicos se ven enfrentados de manera misteriosa, inexpugnable e inevitable contra el universo o los dioses, moviéndose siempre hacia un desenlace fatal por una fuerza ciega, la fatalidad, el sino, el hado o fatum; las tragedias han de acabar forzosamente en muerte o en locura del personaje principal, que es sacrificado así­ a esa fuerza que se le impone y contra la que se rebela con orgullo insolente o hybris. La tragedia nació como tal en Grecia con las obras de Tespis y Frinico, y se consolidó con la tríada de grandes trágicos del clasicismo griego: Esquilo, Sófocles y Eurí­pides.
La tragedia se crea a partir de la acción dramática del personaje protagónico y en ella no existen personajes cómicos; si estos aparecen se trata de otro género, el drama a secas o, si la acción sucede en el siglo XIX y mezcla prosa y verso y posee tema histórico, el drama romántico, y no tragedia.
El protagonista del drama es excepcional por su virtud, conciencia o rango social: está fuera de lo común. Por ende posee un profundo sentido ético y padece una pasión profunda (pathos) que los racionalistas griegos identificaban con un mal o enfermedad. Por ello, el conflicto del personaje protagónico suele ser, las más de las veces, consigo mismo y con las fuerzas de la naturaleza; de suerte que su lucha es por el restablecimiento del orden cósmico, apelando al conocimiento y la posterior superación para la realización de su grandeza, a través de la catarsis que le purifica, más que a él, al espectador. La Tragedia es, junto con la Comedia, una de las formas clásicas del drama griego, y uno de los tres géneros dramáticos llamados realistas, siendo el tercero la Farsa.