22 abril 2006

EL MAGO DE VIENA

Alea jacta est: así­ pasan las cosas. Uno no advierte el proceso que lo conduce a la vejez. Y un día, de repente, descubre con estupor que el salto ya está dado. Mido el futuro por décadas y el resultado es escalofriante: si bien me va, me quedan aún dos. Vuelvo la mirada hacia atrás y percibo el cuerpo de mi obra. Para bien o para mal, está integrada. Reconozco su unidad y sus transformaciones. Me desasosiega saber que no ha llegado al final. Temo que en el futuro pueda, sin darme cuenta, volverme complaciente con ella, cegarme al grado de disimular con "efectos" sus blanduras, sus torpezas, del mismo modo que lo hago ante el espejo del ba?o cuando trato de disimular con mis muecas las arrugas.

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