04 febrero 2006

De novelas...

12. El Nellie, un bergantí­n de considerable tonelaje, se inclinó hacia el ancla sin que una sola vibración agitara sus velas y permaneciół inmółvil. El flujo de la marea se habí­a detenido, casi no soplaba viento y, como habí­a que continuar río arriba, lo único posible era detenerse y esperar el cambio de marea.
El estuario del Támesis se extendí­a ante nosotros como el comienzo de una interminable senda de agua. Allá­ lejos el cielo y el mar se uní­an en una lí­nea indefinida, y en el espacio luminoso las velas curtidas de los naví­os que subí­an con la marea parecí­an racimos encendidos de lonas agudamente triangulares, en los que brillaban las botavaras barnizadas. La niebla que trepaba por las orillas del río se deslizaba hacia el mar y allí­ desaparecí­a suavemente. La oscuridad pendí­a sobre Gravesend, y más lejos aún, parecí­a condensarse en un lúgubre manto que envolví­a la ciudad más grande y poderosa del universo.

1 comentario:

Efervescente dijo...

Este es muy facilito. EL CORAZĂ“N DE LAS TINIEBLAS de Conrad. Libro maravilloso. Joaquin