27 septiembre 2006

EN BUSCA DE PERICLES

EN BUSCA DE PERICLES
Sábado 23 de septiembre. Fuimos a Segovia con grandes expectativas, pero al llegar comprobamos poco a poco que el Festival Hay era imperceptible. Quizás nos imaginábamos unas calles pobladas de casetas de libros. O escritores a los que reconocer y observar de reojo, comprobando que son realmente de carne y hueso. ?Qué menos que juglares subidos a tarimas regalándonos sus versos entre el gótico y el románico! Ni siquiera carteles anunciando el evento fantasma.
Mary Cruz, Carmen, Joaquí­n, Norma y yo dirigimos nuestros pasos hacia la Plaza Mayor. Era allí­ donde probablemente se concentrarí­an todas las casetas. Para nuestra gran frustración, sólo habí­a una ridí­cula caseta. Parecí­a como si se hubiera perdido y estuviera allí­ por pura casualidad, esperando que la vinieran a rescatar.
Pero la frustración se vio compensada por la magia de vagar en esa ciudad de trazado imprevisible.
Nos encontramos con Mariajo y asistimos a la conferencia de Vila Matas, Lago y Monmany en San Juan de los Caballeros. El marco, impresionante, pero el sonido defectuoso. La hora de charla resultó escasa.
También fue inesperada la elección del restaurante. ?A quién se le ocurre ir a un búlgaro estando en Segovia y no comer cochinillo? A nosotros. La comida fue estupenda y la compa?í­a muy grata.
Luego visitamos la iglesia de San Justo, que tiene un maravilloso fresco en el techo. Norma y yo subimos al campanario por una escalera de caracol, estrechí­sima y empinadí­sima. Desde luego, se notaba que los seres que con mayor asiduidad pasaban por allí­, o volaban, eran las palomas, a juzgar por la espesa alfombra de cacas bajo nuestros pies. Me sentí­ como James Stewart en "Vértigo". Pero las vistas bien valieron la pena. ?Increí­ble, pero todaví­a tengo agujetas!
Finalmente coincidimos con la heroica Sara que, a pesar del gran trancazo y de la lluvia, es la que acudió al mayor número de conferencias.
Ya en Madrid y olvidándonos pronto del cansancio, fuimos a por nuestra Noche Blanca. Quedamos con Pura y en el Conde Duque nos hizo fotos el hermano de Joaquí­n, que expone allí­ sus fotos de la movida.
A diferencia de Segovia, la fiesta en Madrid era indudable. Las calles tomadas, filas de gente para entrar en los museos y auditorios, y buen rollo.
Por muchas horas, Madrid sí­ existió.

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