23 junio 2006

Solsticio de verano

Esta noche quemad las flores que muerden. Ma?ana es San Juan.

21 junio 2006

Se desvaneció el misterio

Ya he descubierto lo que le pasó al pobre Alfonso: Do?a Magdalena y su hija Amalia contrataron el catering con El Rincón del Alamillo. Chablis, quesadillas, mole, nachos, tequila y gusanos. Recuerd0 que la calle Arenal se llenó de relojes oscuros, glorietas deformadas, sombras de serpientes, flores que mordí­an, tallos invisibles que atrapaban las piernas de Norma, torres que vigilaban como polifemos nocturnos los pasos de Joaquí­n y Silvia. No les dije que nos perseguí­an dos siluetas desdibujadas, cuyos susurros agónicos cantaban ?nos haréis tanto bien! , se hubieran asustado.

La cena

?Hubo una cena? En la plaza de Ramales los gorriones se jugaban la vida tratando de acceder al cestillo de las patatas. Nos amenazaba la gripe aviar.
Luego, paulatinamente, comenzó a llegar gente hasta completar el número de nueve. Y las palabras se fundieron desordenadamente como sombras deste?idas queriendo explicar una trabazón inexplicable. Los pájaros merodeaban a nuestros pies, pero las plantas no crecí­an. Eran las diez menos cuarto y la luz seguí­a iluminándonos. No estábamos ciegos. El alma parecí­a escapar. Si a las diez no estabamos junto al peque?o Álamo, algo funesto podrí­a llegar a ocurrir. Lo más probable es que nos quedaramos sin cena. Maldito Chablis. Malditas brujas que envenenaron al Capitán y lo enterraron en el jard­ín. O tal vez no. A Pitol le dejó tan desasosegado el relato que lo incluyó en su conferencia del Premio Cervantes. O quizá tampoco. ?Por qué acudió a la cita con las arpí­as? ?Por qué miró el cuadro? ?Por qué apresuró su ida o su regreso?
Carmen y Pura, no tan ajenas a cuanto estaba ocurriendo nos esperaban. ?Que les movio a aparecer por allí­ antes de la hora convenida? Entonces la verdura del jardí­n se hizo guacamole, y las raices se transformaron en punzantes chilaquiles. Las pesadillas olvidaron su pé inicial para convertirse en quesadillas. Las palabras acabaron por fundirse con el chocolate del mole poblano que inundaba los chiles de un marrón espeso.
Entonces, solo entonces, pudimos orientar nuestra mirada hacia los relámpagos ibsenianos que alcanzaban la mesa en forma de golpes secos que producí­an cierta efervescencia en el tequila. No estabamos solos. Ni ciegos. Ni , mucho menos, mudos. Al acabar la cena, Alfonso Reyes todavía estaba allí­, vigilandonos, acaso triste porque no habí­amos comprendido nada. Cuando llegué a casa me dijeron que era 21 de Junio y que aquel mismo dí­a debería llegar puntualmente el verano. Una mancha verde, como de restos de guacamole manchaba mi polo rosa. Tal vez fueran las huellas de una cena que debió existir.

19 junio 2006

Lineas oblicuas

Sobre mi cabeza habí­a hojas; en mi ojal, una florecilla modesta que yo no corté.(Reyes)
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí­.(Monterroso)

18 junio 2006

De novelas...?Cómo empiezan?

Sobre el sofa del comedor habí­a gruesas cuerdas rojas, blancas y verdes, los colores de la bandera nacional, además de trozos de cordel, pedazos de papel y un ejemplar roto del periódico local, con el nombre y el a?o impresos en grandes letras en la portada: Gaceta de Sórszeg, 1899.
Junto al espejo, ba?ado por la brillante luz del sol, un calendario mostraba la fecha: viernes, 1 de septiembre.
El reloj de pared -resguardado en su caja de cristal con marco de madera ricamente labrada- seccionaba con el vaivén de su péndulo de latón el dí­a, que parecí­a infinito, y marcaba la hora: la una y media.
Los padres preparaban el viaje en el comedor.

12 junio 2006

Preguntas lunáticas de lunes ventoso

En Madrid no sopla la tramontana, pero no nos hace falta, estamos locos. En fin, me pregunto, antes de repasar la clase que voy a dar a las escritoras de El Mono Rojo - el mejor taller de creación literaria del mundo subterráneo-la resolución de varios misterios; a saber:

1. ?Dónde está Pura? ? Se ha escapado con algún torero de la Feria? De San Isidro,se entiende.
2. ?Dónde está Adla? Esperamos su crónica de Berlí­n y el De Novelas.
3. ?Cristina, eres Darling?

La casa se viene abajo con los portazos, parece que estoy en Cadaqués.

11 junio 2006

Mi Feria del Libro

Aún es domingo. Hoy me he zambullido en la piscina por primera vez en la temporada. El agua estaba frí­a. Los vecinos nos quejamos porque el césped está hecho una pena ya desde el principio. Parece un barrizal, ?Tan poco romántico! Como mi última entrada en el blog, que a Efí­mera no gustó nada de puro prosaica que era. La realidad ensucia, a veces, es tan así­...

También hoy terminó la Feria del Libro. Gloria me habí­a invitado a la presentación del libro de los alumnos de Fuentetaja, en el Pabellón Carmen Martí­n Gaite, pero la cita (13 horas) coincidí­a con el ba?o de mis carnes en cloro, que es mucho menos intelectual pero tanto más refrescante.

Para ba?o intelectual, mis otras visitas a la Feria, que este a?o frecuenté con insistencia:

Viernes, 26 de mayo: la Reina inaugura la Feria a las doce de la ma?ana. El Paseo de Carruajes, hacia la zona de O'onnell, a rebozar. Los seguratas apartan se?oras marí­a y jubilados con la autoridad que les da su corpulencia. No hacen uso de armas. Algunos llevan perros que olisquean los bajos. Dejo al director territorial de movistar en el besa manos, me aseguro de que besa la mano y regreso al trabajo.

Una hora después vuelvo a la carrera pero al otro extremo de la Feria, que cierra la carpa de movistar. Todo a punto y muchos nervios, sobre todo cuando ya es evidente que la Reina se retira y no besará más manos: abandona a mitad del recorrido por una salida lateral, hacia Menéndez Pelayo. Entonces, me marcho por segunda vez.

Sábado 27 de mayo. Por la tarde, al caer el sol, me acerco dando un paseo con mi lista de libros deseados en una hoja de libreta. Un fallo: no sé qué editorial los ha publicado. Encontrarlos con la muchedumbre que se ha volcado en ese primer sábado de Feria es una tarea casi imposible. Me acerco a la caseta de Literaturas.com y compro el único libro que tenía localizado: "Cuadernos Crí­ticos", de Clandestino Menéndez. Va de crí­tica despiadada a algunos libros, éxitos de Pryca. Un poco más allá compro también unos libros de actividades infantiles para un sobrino que lleva cuatro dí­as en el hospital, a régimen de ventolín y oxí­geno, a partes iguales, por una alergia al polen.

Sábado 3 de junio. A la tercera va la vencida: Regreso a la Feria con mi lista de libros, a la que he a?adido la editorial y en un alarde de organización, el número de Caseta. Aún no ha caí­do el sol pero para entonces ya tengo localizada la máquina del agua: mi primera adquisición de la tarde. Me llevo "Mortal y rosa", de Francisco Umbral, y "Apocalí­pticos e integrados", de Umberto Eco. Este último para leer el capí­tulo dedicado al mal gusto literario.

Jueves 8 de junio. 19:00 horas. He quedado con mis compa?eras de marketing en la puerta del pabellón Carmen Martí­n Gaite, para la entrega de premios del Concurso Literario de Hiperbreves Movistar. Tenemos que llamar a la organización para que eche a los de la actividad anterior (Charla sobre los blogs literarios, prometí­a). Van llegando los premiados y en diez minutos vestimos la sala de movistar.

Una de las finalistas es alumna de Gloria en el Taller de Fuentetaja. Vienen Sara y Joaquín, me siento acompa?ada. Les presento a Alfonso, profesor de novela y miembro del Jurado.

19:30 horas. Llega mi jefe y comenzamos la presentación. Como Secretaria del Jurado me toca anunciar los premios: nombre y apellidos del premiado, miembro del jurado que entrega el premio. Con la emoción se me olvida leer el relato, pero lo hago sobre la marcha.

En media hora hemos acabado y Joaquín, Sara, Alfonso (Fernández Burgos) y Nacho (Fernández, también jurado) nos vamos a tomar cervezas. En cuestión de minutos se crea un debate sobre qué es lo que caracteriza un hiperbreve, o qué condiciones debe cumplir para que sea tomado como tal.

Alfonso afirma que un hiperbreve debe contar una historia (inicio, nudo y desenlace) y debe crear una realidad que se contenga en él. Es decir, apelar a una realidad externa a través de significados (Ulises, dinosaurios...) es hacer trampa. Nacho a?ade que un hiperbreve, además, debe tener un final sorprendente. También nos cuenta sobre trozos de texto insertos en un relato mayor, que por si mismos tienen entidad suficiente como para ser un relato. Es decir, que un relato serí­a la suma de múltiples mini relatos independientes. Sara no está muy convencida de la teorĂ­a de Alfonso. Además, parece tan seguro de si mismo, es tan categórico. Así­ que dirige su atenciĂłn a Nacho. Al marcharnos, lo invitamos a nuestra tertulia de Ramales. Nuevo ligue literario de Norma y JoaquĂín, esta vez apoyados por Sara.

Sábado 10 de junio. Por la ma?ana, me llama una amiga desde la Feria del Libro. Hace mucho que no nos vemos. En media hora estoy allí­. Esta vez llegamos hasta el final --o el principio-- en la calle O'Donnell. Casi al salir descubrimos la caseta de la Asociación de Editoriales Independientes Argentinas. La parada es obligatoria. Compro "Cómo me reí", de César Aira. Es un librito de un escritor argentino de éxito actual que ahonda en la distancia entre el chiste y la risa: la melancolí­a.


Domingo 11 de junio. Desisto. Me pierdo la presentación del libro del Taller de Fuentetaja.

10 junio 2006

Feria, celulitis y el usuario anónimo

Me despierto con agujetas en el aliento, cinestesia que me permito porque una ya no está para operaciones bikini. Ayer, sin doparme, estuve pedaleando varios milenios hasta que las piernas eran zapatillas. En fin, que después del esfuerzo llamé a Efervescente - por cierto me voy a tomar mil miligramos de Redoxon-y le informé que habí­a comprado en la Feria, Suite francesa, de Irene Némirovsky. él, me dijo que habí­a colgado en el blog la lista de JoaquĂín Pérez-Minguez y me hizo prometer que Peter el Rojo editarí­a la suya.

Todo está en su sitio, la tetera, las tostadas, el ritual del encendido, pero Norma me sorprende con una entrada menos poética de lo habitual: nos han invadido. Al principio, no entiendo. Ahora, ya veo que un anónimo nos pone por las nubes, con el único fin de vendernos una póliza de seguros. Cargo la cafetera y espero que el aroma me haga olvidar. Darling, I use to work for Generalli, which implies that insurance is the kind of word I don´t want to hear in our cool website. No quiero ser borde, pero esperaba la crónica de los hiperbreves de Normita y me encuentro con esto.

Efervescente, lo prometido:
Suite francesa, Iréne Némirovsky (Salamandra).
Autoretrato de Mozart, de P.A.Balcells (Acantilado).
Preferirí­a no hacerlo, de Gilles Deleuze, Giorgo Aganben y José Luis Pardo(Pre-Textos);ya sabéis que soy una adicta a Bartleby.
Mexico, Teorí­a Literaria y América, los tres de Alfonso Reyes( Fondo de Cultura Económica).
La preparación de la novela, de Roland Barthes(Siglo XXI); también soy adicta al autor francés. Y varios sobre teorí­a del relato.
Se me olvidaba: El corazón no muere, de Fernando Beltrán (poesĂía Hiperión).

La educación judeocristiana a veces mola, pero la culpa nos hunde. Bueno, para que Darlig no me guarde rencor:

To-morrow, and to-morrow, and
to-morrow
Creeps in this petty pace from day
to day
To the last syllable of recorded
time,
And all our yesterday have
lighted fools
The way to dusty death. Out, out,
brief candle!
Life’s but walking shadow, a
poor player
That struts and frets his hour upon
the stage
And then is heard no more. It is a
tale
Told by an idiot, full of sound and
fury
Signifying nothing.
(Macbeth: ActoV, Escena V)
(The Sound and the Fury)
Os quiero, inclusive a Darling que nos envia un jobseeker con alguna lunática intención. Me voy a pedalear.

Anonimus pulicity...

?Os habéis fijado que nos invade la publicidad? Hay un usuario anónimo que publica comentarios en inglés... muy estándar..., y tienen un enlace a una página de seguros.

No sé cómo evitarlos, de momento los borraré.

09 junio 2006

MIS LIBROS DE LA FERIA

Tras cuatro incursiones por la Feria del Libro, conseguí­ cazar cinco piezas que a continuación os remito:
1. OBRAS COMPLETAS. Tomo tercero. De Alfonso Reyes (Fondo de Cultura Económica), en la que se incluye el cuento "La cena" en la primera colección de relatos, "El plano oblicuo".
2 ALMAS GRISES de Philippe Claudel.(Ed.Salamandra). Recomendada por la librera. Elegida mejor novela 2.005 en Francia y en Catalu?a. La estoy leyendo. Esta muy bien escrita pero es de un género (el policiaco) que no me atrae en principio demasiado.
3 SIN DESTINO, de Imre Kertész (Acantilado). Un autor premio Nobel y su mejor obra. Me interesaba este autor desde hace tiempo, y al salir ahora en bolsillo no dudé en comprarmelo.
4. EL BAILE, de Iréne Némirovsky (Ed. Salamandra) Escritora muerta en Auschwitz. Redescubierta. Que está arrasando y pronto se pondrá demasiado de moda en los circulos más intelectuales. (Al tiempo)
5. PSIQUIATRAS, PSICOLOGOS Y OTROS ENFERMOS. de Rodrigo Muñoz Avia (Alfaguara) Es una novela de un antiguo alumno de la Escuela de Letras. La próxima tertulia que tengo con el otro grupo versará sobre este libro y contará con la presencia del autor. Por tanto tengo que leerlo.
Al hojearlo me pareció un libro ameno y gracioso, sin más. Pero no mal escrito. Tampoco como para aconsejar su compra.
?Y vosotros que habeis hecho?

04 junio 2006

Las mentiras de Ramales

En el contraluz de la plaza Joaquí­n y José hablaban. Nos habí­an convocado Las mentiras de la noche, de Gesualdo Bufalino. No sé si ellos hablaban de la novela o de fútbol. Me acerqué con sigilo para sorprenderlos, pero me vieron y se levantaron caballerosos. Hoy, solo tomaré agua, le dije a la camarera, he comenzado la operación biquini. Ella, una joven india ecuatoriana, me trató con la condescendencia que los locos se merecen. En fin, que la botella vino acompa?ada de un cesto de patatas fritas. A cada instante surgían turistas desde las esquinas sin verdura ni sembrados arrietes. Creo haber oí­do siete campanadas en San Ginés.
Adla apareció con un traje de pantalón negro que le daba un aire de artista del uppereastside. Regresaba de Berlí­n y cuando iba a comenzar a narrarnos su viaje, la sombrilla que protegí­a nuestra mesa nos arrojó una varilla como una lanza romana de aquellas enterradas en las entra?as de la plaza, una plaza sin flores ni ni?os. Sara, le pidió a la camarera que se llevara, por favor, el parasol mortífero y después, como una golondrina traviesa, trinó sin parar: el tí­tulo es lo primero que debemos analizar. Entonces nos trajeron cervezas y más patatas fritas.
Las mentiras ( Le menzogne), nos alertan que lo relatado no va a ser cierto. La noche: la oscuridad donde habitamos los seres humanos porque todo es mentira. Acaso, la muerte nos hace mentirosos. Adla escuchaba con paciencia mientras le daba el libro de Dezso Kosztolányi, Alondra, a Sara, quién se lo habí­a encargado por consejo de Efervescente. En San Ginés sonaba la medá y la historia no contada de Adla sobre Berlín fue un misterio que se apoderó de todos.
Adla, esperamos que tu viaje no narrado aparezca pronto en el blog.
Después apareció Ana de Diego, invitada por Adela. Se conocí­an del taller de Clara. A todos nos resultaba familiar su nombre, de cuando fuimos coautores. Cangreja llegó con disculpas y un aire de estar en otro lugar, con Silvia.Leyó la biografí­a de Gesualdo Bufalino y todos nos pusimos muy contentos al enterarnos que el autor siciliano publicó, por primera vez, a los sesenta. Joaquín comentó que un escritor conduce una cuadriga y los caballos se llaman: narrador, ritmo, frases y descripciones. Sara, bromeaba con Mesala. Qué buena aquella pelí­cula de homosexuales: Ben-Hur. En fin, los desvarí­os nos llevaron a lo extradiegético. Cómo echábamos de menos a Norma y sus niveles narrativos. En una novela en tercera persona, el narrador radicaría en un nivel básico extradiegético, los personajes de la historia en un segundo nivel intradiegético y cuando uno de ellos, mediante un desembrague interno, asumiese el papel de narrador secundario o paranarrador, se abriría el primero de los posibles niveles propios de las obras concebidas según la estructura de la llamada "caja china" o de la mise en abyme metanarrativa. José Guerrero nos miraba con estupor y sin mediar palabra pidió otra cerveza. En San Ginés ta?eron ocho campanadas.