La recaĂda fue inefable, sĂłlo puedo contaros que las sábanas convertidas en farallones crearon un laberinto en la cama y desde cada pliegue me dejaba caer con los ojos cerrados a un abismo de vahos de “sinus”. En las azoteas blancas, terminĂ© la Ăşltima novela de Coetzee y creo, o acaso fue un sueño, que releĂ: "The outsider", de Lovecraft, La construcciĂłn, de Kafka y Frankenstein, de Mary W.Shelley. La soledad de los personajes es radical. Su monstruosidad les aĂsla definitivamente. Todo intento de acercamiento lleva al fracaso. Las oscuras amenazas que acechan la vida del hombre: la espera angustiada, la locura, la reclusiĂłn voluntaria y definitiva. Pero como escribe el admirado poeta Ă�ngel Guache: hay alucinaciones flacas y gordas.
“La vida es alucinación.
Mis ojos se vuelven faros de automĂłvil.
En mi mente alucinada giran colores alucinados, bajan cantando afĂłnicos por mi garganta.
¡Un nuevo Génesis bajo la manta!
El termómetro está erecto.
En el acto, un acto insurrecto.
¡Las carnes croan, mugen, pĂan, relinchan…!
Se han extraviado mis sentidos.
Escribà un grafiti sobre los pelos de mi ombligo que reza:” El ombligo me ombliga y el infinito me infinita…”
Querida Adla: ya estoy mejor, gracias. Y por cierto, me encanta tu De Novelas…
Norma, vos deberĂas buscarnos unos poemitas de Anna Ajmátova, quien fue conocida de mi tĂo abuelo. Pero esa, es otra historia.
“La vida es alucinación.
Mis ojos se vuelven faros de automĂłvil.
En mi mente alucinada giran colores alucinados, bajan cantando afĂłnicos por mi garganta.
¡Un nuevo Génesis bajo la manta!
El termómetro está erecto.
En el acto, un acto insurrecto.
¡Las carnes croan, mugen, pĂan, relinchan…!
Se han extraviado mis sentidos.
Escribà un grafiti sobre los pelos de mi ombligo que reza:” El ombligo me ombliga y el infinito me infinita…”
Querida Adla: ya estoy mejor, gracias. Y por cierto, me encanta tu De Novelas…
Norma, vos deberĂas buscarnos unos poemitas de Anna Ajmátova, quien fue conocida de mi tĂo abuelo. Pero esa, es otra historia.
“El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
- ¿Lo creerás, Ariadna?- dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.”
- ¿Lo creerás, Ariadna?- dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario