15 noviembre 2006

Cosmos, la trama, y otros pollos


De las definiciones de trama que contempla el diccionario de la RAE, podemos elegir dos. La primera, susurra ecos jamesianos: conjunto de hilos que, cruzados y enlazados con los de la urdimbre, forman una tela. El autor de Otra vuelta de tuerca utilizaba el símil de la tela para explicar cómo se debía escribir una novela. La segunda (cuarta para la RAE) y menos evocativa nos dice: disposición interna, contextura, ligazón entre las partes de un asunto u otra cosa, y en especial el enredo de una obra dramática o novelesca.

Aristóteles, en la Poética, epígrafe XVIII, nos instruía:
“Son propios de toda tragedia tanto el nudo como el desenlace. Lo de fuera y algunas cosas de dentro son muchas veces el nudo, y lo demás el desenlace. Digo que es nudo, la parte desde el principio hasta esa parte que es el extremo a partir del cual se cambia a la felicidad o a la desgracia; y desenlace, la parte desde el comienzo del cambio hasta el final.
Antes, en el epígrafe VIII (30), afirmaba:” Es preciso, entonces, que así como en las demás artes imitativas la imitación única lo es de una sola cosa, también la trama como imitación de una acción, lo sea de una sola y de toda ella y también es preciso componer las partes de los hechos de tal manera que, cambiada o anulada alguna parte, se transforme o modifique el todo. Pues aquello que, estando o no estando no hace nada notable, no es ninguna parte del todo”.

Y antes de irme a almorzar, releo:
“ Bertold Brecht, en sus críticas a la ortodoxia estética estalinista la había calificado indirectamente de aristotélica, porque, en efecto, los principios que exigía Luckács al realismo socialista, el de la unidad formal en la que deberían realizarse las contradicciones de la historia en la obra de arte; el de la unidad orgánica (concebida como trama de sucesos casualmente interrelacionados) así como su concepción del personaje como “ carácter típico”, es decir como héroe positivo “que expresara” el movimiento de las fuerzas sociales combinando la concepción arquetípica del personaje de Aristóteles con el carácter individualizado como tipo del realismo decimonónico para promover, así, la identificación con el héroe, por parte del lector…”.
“Brecht calificó su propia teoría del realismo de anti-aristotélica, lo cual era un modo de atacar a sus adversarios. BB ya no hace de la mimesis sino de la ruptura con este principio su alternativa estética desautomatizadora, experimental pero a la vez comprometidamente social: repudio de la trama interconectada, de la unidad y universalidad de la acción…”.

Adios, que se me enfría el pollo.

5 comentarios:

Efervescente dijo...

Me encantó todo lo que recojes sobre la trama.Yo por mi parte hice,(hace ya cuatro a?os) un curso con Guelbenzu, en Santander, sobre "La trama en la Novela" y en ningún momento llegamos a ponernos de acuerdo sobre la definición del término, entendiendo que hay muchas. A mí me gusta sobre todas la comparación de James, de la trama con el tejido. Texto, también viene de tejido y me parece muy plástica la similitud. Escribir sería algo así como tejer con palabras.(Me gusta la idea). El argumento sería como el patrón a desarrollar. El actante la idea de fondo. Una novela mal tramada, mal tejida o cosida, se descompone por si sola. Así que una buena trama es necesaria para caminar bien abrigado. Ahora bien, volviendo a Witold, creo que en Cosmos utiliza una trama de fondo mínima para mantener una atención, "un suspense", para evitar la total abstracción. Menos trama (no la necesita) tiene Fredydurke. Pero en fin. Noto que estoy escribiendo un poco a vuelapluma lo que podemos debatir el martes 28. Me detengo aquí y me remito al "ja parlarem" del otro día. Por cierto, estuve ayer en el cine ciendo "Ficción", y me gustó mucho.

Norma dijo...

Yo de mi curso de novela saco que no es tan sencillo como parece desde fuera. Quizás no todo sea trama, pero a la hora de pensar la estructura, además de pensar en la historia que se quiere contar y la forma en que se hará (que antes, qué después, que se esconde o se adelanta para crear suspense), hay que pensar en los indicios.

Es decir, hay que tejer en la trama se?ales que vayan allanando el camino, contar unas cosas si y otras no según sean útiles para el entendimiento del argumento. Por ejemplo, contar aventuras de un personaje sólo porque ayudan a pintar su carácter.

Efímera dijo...

Bueno, la trama pertenece al macrocosmos y el monólogo interior al microcosmos. Witoldo rompe el canon aristotéico y estructura el texto con un monólogo helicoidal y por eso en un momento dado la narración se detiene y Efervescente se queda sin catarsis final.

Efervescente dijo...

Bueno, ya siento que cada vez estemos más de acuerdo,Efímera. Si, el monologo es más que nada helicoidal, que da vueltas sobre sí mismo, pero me reafirmo en que no necesariamente eso debe llevar a una detención brusca de la narración. La catarsis, el diluvio final llega, pero a mi entender no como consecuencia necesaria de la estructura de la novela. En otras palabras: la narreción no conduce"necesariamente" a eso. (Ejemplo: el diluvio final de "Cien a?os de soledad", está mejor traído que el de Cosmos).
A Norma la digo que es importante (como dices) el escamoteo de datos o argumentos siempre que estén al servicio de lo que se pretende narrar. Como dijo el otro día Adela: no mostrar sino insinuar, dar a entender (ella lo dijo mejor que yo.)

GATO dijo...

Sin la autoridad de efímera para definir lo que es trama, argumento, tema o como queramos definir el asunto de que trate una obra literaria, yo transcribo la definición que hace María Moliner en su Diccionarrio de Uso del Espa?ol: Parte narrable de una obra literaria. Me parece una definición sencilla y que aplicada a Cosmos está muy claro que el tema narrable es mínimo y es por esto que a mí el final no me parece brusco, sino que está acorde con la estructura de la obra.