En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la cabeza.
"Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien -me dijo- ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas..."
No a?adio más, pero ambos no hemos sido nunca muy comunicativos dentro de nuestra habitual reserva, por lo cual comprendí que, con sus palabras, quería decir mucho más. Queda dicho que tengo una gran tendencia a reservarme toda opinión, hábito que me ha facilitado el conocimiento de las más extraordinarias naturalezas, y también me ha hecho víctima de no pocos latosos sempiternos. Cuando esta cualidad aparece en una persona normal, es captada en el acto por la mente anormal, que inmediatamente se adhiere a ella; así fue como, en la Universidad, se me acusaba, con toda injusticia, de ser un político porque conocía los secretos agravios de desenfrenados y desconocidos seres. La mayor parte de las veces, no iba a la caza de confidencias; en muchos casos, al advertir, por alguna inequívoca se?al, que en el horizonte rondaba una revelación íntima, he fingido sue?o, preocupación o una hostil indiferencia; las revelaciones íntimas de la juventud, o al menos sus términos de expresión, suelen ser plagios y estar desfigurados por supresiones más que evidentes. Reservarse opiniones es asunto de infinito alcance.
1 comentario:
He perdido Los Adioses, de Onetti, se lo dejé a una amiga. No estoy nada segura que sea el comienzo de la novela mencionada. Por favor, Adla, sácame de dudas.Gracias.Besos.
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