21 junio 2006

La cena

?Hubo una cena? En la plaza de Ramales los gorriones se jugaban la vida tratando de acceder al cestillo de las patatas. Nos amenazaba la gripe aviar.
Luego, paulatinamente, comenzó a llegar gente hasta completar el número de nueve. Y las palabras se fundieron desordenadamente como sombras deste?idas queriendo explicar una trabazón inexplicable. Los pájaros merodeaban a nuestros pies, pero las plantas no crecí­an. Eran las diez menos cuarto y la luz seguí­a iluminándonos. No estábamos ciegos. El alma parecí­a escapar. Si a las diez no estabamos junto al peque?o Álamo, algo funesto podrí­a llegar a ocurrir. Lo más probable es que nos quedaramos sin cena. Maldito Chablis. Malditas brujas que envenenaron al Capitán y lo enterraron en el jard­ín. O tal vez no. A Pitol le dejó tan desasosegado el relato que lo incluyó en su conferencia del Premio Cervantes. O quizá tampoco. ?Por qué acudió a la cita con las arpí­as? ?Por qué miró el cuadro? ?Por qué apresuró su ida o su regreso?
Carmen y Pura, no tan ajenas a cuanto estaba ocurriendo nos esperaban. ?Que les movio a aparecer por allí­ antes de la hora convenida? Entonces la verdura del jardí­n se hizo guacamole, y las raices se transformaron en punzantes chilaquiles. Las pesadillas olvidaron su pé inicial para convertirse en quesadillas. Las palabras acabaron por fundirse con el chocolate del mole poblano que inundaba los chiles de un marrón espeso.
Entonces, solo entonces, pudimos orientar nuestra mirada hacia los relámpagos ibsenianos que alcanzaban la mesa en forma de golpes secos que producí­an cierta efervescencia en el tequila. No estabamos solos. Ni ciegos. Ni , mucho menos, mudos. Al acabar la cena, Alfonso Reyes todavía estaba allí­, vigilandonos, acaso triste porque no habí­amos comprendido nada. Cuando llegué a casa me dijeron que era 21 de Junio y que aquel mismo dí­a debería llegar puntualmente el verano. Una mancha verde, como de restos de guacamole manchaba mi polo rosa. Tal vez fueran las huellas de una cena que debió existir.

2 comentarios:

Efímera dijo...

No, mi querido amigo, era una florecilla modesta, que tu no cortaste.Nos vemos en agosto,¡nos hará tanto bien!

Norma dijo...

En la Biblioteca Nacional hay una exposiciĂłn de Ibsen, algo asĂ­ como La mirada de la Literatura... ÂżCoincidencias...?