17 marzo 2007

Ciudades prestadas

Aquí va un texto de hace más de un mes, cuando estuve por un Congreso en Barcelona.

13 de febrero de 2007. Plaza de España.

Hoy he vuelto a las andadas: me llevo los sobrecillos de azúcar en el bolso. Me había prometido no hacerlo nunca más desde que se rompieron y se desparramó entre llaves, bolígrafos, cremalleras y costuras, pero es que estoy en la cafetería Zurich, tomando un té con leche reconstituyente, y los sobres son tan bonitos, alargados, con una flor como de lámina japonesa. En esta cafetería escribió que viene Rosa Montero ¿o era Maruja Torres?, cuando cuenta crónicas barcelonesas, de las de siempre, de las de antaño.

Me tomo un té con leche que sabe a poco y escucho algo parecido a El cóndor pasa. Unos músicos disfrazados de indígenas interpretan y bailan aquí en esta esquina. No hace frío, corre una brisa agradable y mientras espero a Mabel veo pasar gente, vida que transcurre a mi alrededor, ciudad que vive y late sobre el asfalto. La melancolía de esta música me transporta hacia ninguna parte. Floto. Las ciudades prestadas producen este efecto.

2 comentarios:

Efervescente dijo...

Muy bonito. Por cierto ¿Como lograste recuperar las eñes? Eres casi perfecta.

Norma dijo...

¡Han vuelto las eñes! y las aperturas de interrogaciones, de exclamaciones, etc. No lo había notado. Es magia, ¿tendré telepoderes?
Mañana por la mañana, desde mi cama, intentaré teletransportarme a mi puesto de trabajo para evitar el atasco y las caravanas ...